domingo, 25 de diciembre de 2011

¿Por qué una nueva Constitución?

Después de la euforia de la transición, parecería que sigue el desencanto. Llamo a la reflexión, no ha sucumbir en la frustración personal o social, mucho menos en la “fatalidad de la historia”. Entre paréntesis, la historia está más allá de los juicios de valor, de glorias o fatalismos. La historia es un comportamiento, una condensación de intereses que motiva y genera acuerdos, tratados, pactos. La historia no se construye a espaldas de los hombres, ni aun aceptando la teoría de la “elite del poder” que afirma precisamente lo contrario. En el centro sigue estando el hombre.
No, después de la manifestación emocional de la transición, llamo a la reflexión de la transición. Vivimos y viviremos en ella mínimamente por un periodo de diez años, éstos contados a partir del año dos mil; vivimos una coyuntura histórica, no un simple acto programado desde el poder. El comportamiento y actuar social generó la coyuntura que vivimos, la posibilidad real de transformación y cambio. No caigamos en espejismos, en los aplausos embriagantes.
Es el momento preciso de reconstruir nuestro proyecto nacional. Si el periodo de transición que vivimos, concluye con la revisión y, en su caso, el establecimiento de una nueva constitución, considero que el nuevo pacto político, la nueva sociedad que vivimos y queremos, realmente cobra sentido.
Es fundamental que se revise a fondo la estructura y contenido de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Estoy por una revisión integral, no por “reingenierías” o “mutaciones” constitucionales. La constitución no es un bloque de concreto, ni un juego de piezas, tampoco un cambio de piel o un acto “espiritista” donde el otro habla sin su voz propia. No estoy por un método y visión positivista para abordar el problema constitucional mexicano, no estoy por el juego de la ruleta o del carrusel, de una parte “orgánica” sí y de una parte “dogmática” no. La coyuntura que vivimos es crucial e irrepetible. Es realmente histórica. ¡Qué lamentable sería llevarlo al bote de basura con una visión de “quita y pon”, esto sí, esto no! Insisto, se debe llevar a cabo un estudio y revisión integral de la constitución, las condiciones sociales y políticas así lo exigen. Es viable la propuesta. Y cómo no serlo, si se tiene que el espíritu, intereses sociales y condición histórica de 1917 ya no es del todo compartido con el espíritu, condiciones sociales y políticas del 2002, mucho menos con el país que queremos en el 2030.
¿Qué hacer, cuando una sociedad democrática ya no se identifica con su Constitución democrática, cuando los mecanismos de relación que en ella se establecen, escúchese, las instituciones y leyes que de ella emanan, carecen de credibilidad y confiabilidad para la sociedad civil?
¿Es suficiente la mutación constitucional? ¿Reformar su parte orgánica? El bienestar de los mexicanos: 20 millones en Estados Unidos, 80 millones destinados a consumir y morir, a vivir en condiciones de necesidad (de subsistencia, de pobreza, pobreza media o pobreza extrema) más que de bienestar, y otros 20 millones con la posibilidad de incorporarse, de la periferia al centro, en el marco de reproducción especulativo, financiero de capital, en el marco globalizador?
Digo más. El bienestar de la sociedad mexicana, de todos y cada uno de los mexicanos como personas humanas, se encuentra plasmado en el título primero constitucional, del artículo 1o. al artículo 38. En éstos primeros artículos se consagran las garantías individuales que constituyen una protección a los gobernados contra los actos arbitrarios de las autoridades, permítaseme subrayarlo, de las autoridades. Del artículo 39 al artículo 114 se reconocen los principios de soberanía popular, forma de Estado Federal, representativo y democrático, división de poderes, mecanismos operación, control de poderes, controles constitucionales, y de las responsabilidades de los servidores públicos. Los artículos 115 al 122 se refieren al funcionamiento y prerrogativas de los Estados y municipios de la federación, así como del Distrito Federal. El artículo 123 se refiere al trabajo y previsión social, del 124 al 134 a las prevenciones generales, y el 135 y 136 a las reformas de la Constitución y a la inviolabilidad de la misma.
La sociedad, los ciudadanos, el pueblo, la democracia y el sistema de un Estado de derecho, en todas y cada una de las partes que integran la Constitución, incluso los espacios, los puntos y las comas, se encuentran inmersos. ¿Qué subdividir y reformar cuando todo lo que en ella se encuentra inmerso respondió a un pacto político y a una realidad distinta, diferente, ni mejor ni peor, que a la que estamos viviendo? Yo rescato una Constitución democrática y un Estado de derecho, y bajo este principio me inclino por una revisión integral de la Carta Magna, por un estudio integral de las condiciones sociales que vivimos; por hacer de las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales, nuestro objeto de estudio que nos lleve a redefinir un marco jurídico. Dejemos a un lado la postura del bisturí.

*González Licea, Genaro, Ensayo sobre la reestructuración del Estado mexicano, Amarillo editores, Derechos Reservados a favor del Autor, México, 2001.