Estoy muy contento por participar en este MES DE LA LITERATURA Y OBRAS JURÍDICAS, organizado por la Universidad Tepantlato, específicamente por el señor Rector, Dr. Enrique González Barrera.
Mediante este
evento, el Dr. González Barrera, nos muestra no solamente su compromiso con la
actividad académica en tiempos de confinamiento, sino además, su compromiso de
incrementar la cultura jurídica y literaria de la sociedad en general. Nos
recuerda que derecho y literatura. Pensamiento jurídico y expresión de ese
pensamiento en una ley, decreto o sentencia, es una mancuerna que encierra la
creación de la palabra.
Kafka, Frank
Kafka, el doctor en leyes y gran escritor de todos los tiempos, sería el
primero en reconocerle, estoy más que seguro. De la misma manera, entre tantos
y tantos otros, Enrique González Rojo Arthur, filósofo, poeta, doctor honoris
causa y maestro de toda la vida, pero, sobre todo, incansable luchador social y
amigo, a quien le dedico el libro que hoy se presenta.
Agradezco, por supuesto, al Dr. Vicente
Lopantzi García, sus comentarios y reflexiones sobre el libro. El Dr. Vicente Lopantzi,
además de su trayectoria académica y laboral, es de recordar que como Consejero
Jurídico de la Ciudad de México, participó activamente en la construcción de la
Constitución Política que ahora tiene la Ciudad, de evidente avanzada en
derechos fundamentales. Sus comentarios tienen todo mi respeto y me anima a
seguir trabajando sobre el tema.
Sucede lo mismo con los comentarios del Dr.
Roberto Rodríguez Hernández, indiscutible jurista y estudioso del derecho.
Conocedor de las miles de controversias que sobre derechos fundamentales se dan
cita en los juzgados locales y federales, sin omitir su actividad académica
donde es ampliamente conocido. Para ambos mi gratitud y mi agradecimiento.
La relación
entre ciudadanía y derechos fundamentales, ha sido una preocupación en mí desde
hace muchos años. En el medio jurídico, me parece, el tema no ha ocupado la
línea de investigación que se merece. Parecería que es difícil de entender que
los derechos fundamentales no nacen desde el escritorio y mucho menos se
vuelven garantías constitucionales de la noche a la mañana.
Los derechos
humanos nacen desde los usos y costumbres de una sociedad en un tiempo y
espacio determinado. Nacen desde el respeto y la convivencia de las personas en
su propia comunidad. De la ciudadanización de su comportamiento social.
Está muy bien
que el Estado mexicano se preocupe por fomentar la importancia que tienen los
derechos humanos como garantía constitucional que tenemos todos. Sin embargo,
ello, a mi parecer, es insuficiente, entre otras razones:
- Porque
podemos llegar a pensar que los derechos humanos constituyen únicamente
herramientas poderosas de litigio.
- Y
no, por tanto, que constituyen también un potencial humano que permite
construir toda una cultura de respeto y convivencia en el ámbito social,
civil y político.
Una visión de mundo y conciencia ciudadana, que
implica la aceptación de un código de derechos, pero también un código de deberes.
Es más fácil exigir
el cumplimiento de un derecho, que practicar el cumplimiento de un deber.
En suma, los derechos humanos nacen de la
costumbre y forma de ser de las personas, del respeto y convivencia de esa
forma de ser y de pensar. De esta relación nacen categorías jurídicas.
Antecedentes sólidos de los derechos fundamentales jurídicamente reconocidos en
la norma.
A esto es a lo que llamo ciudadanizar los
derechos humanos. De ahí precisamente el título del libro: “Ciudadanía y
derechos humanos. Aristas indisociables”. Esta idea justifica el porqué los
derechos humanos abordados en el libro que se presenta, tienen su origen en
todo un proceso de expresión social, en toda una realidad de suyo compleja que
muchas veces no queremos ver, a pesar de que es tan nuestra como el aire que
respiramos.
A ello responden, entre otros, los temas de libertad
de conciencia y clonación mental, el acceso al agua como un derecho ausente en
millones de personas, o el tema de la pobreza (extrema, media o baja) como la más inhumana inequidad. O bien,
los temas relacionados con la violencia en la vida cotidiana, migrantes, discriminación
de la mujer, vagabundos, derechos de la infancia, discapacidad, aborto, y
pueblos originarios o los derechos de los otros mexicanos.
En
este apartado de los derechos de los otros mexicanos, publicado en el periódico
Congresistas en 2016 y ahora en este libro, abordé el tema de los afromexicanos.
En
ese escrito dije que las personas y comunidades llamadas afromexicanas:
“deben ser reconocidos material y formalmente como
una parte de nuestra cultura y, por lo mismo, deben gozar expresamente de un
reconocimiento constitucional reforzado, además de los derechos y deberes de la
misma índole que ya tienen. Dicho en otros términos, a sus derechos
constitucionales que tienen como mexicanos es necesario el reconocimiento
explícito de sus usos y costumbres, por ejemplo en el artículo 2o
constitucional, ya que son parte de nuestro marco pluricultural nacional.”
Debo agregar, como ustedes saben, que este señalamiento
cobró vigencia constitucional mediante la reforma al artículo 2º de nuestra
Carta Magna, publicada en el Diario Oficial de la Federación de 9 de agosto de
2019. Ojalá que los demás temas tratados en el libro cuentes con la misma atención.
Con todo lo hasta aquí dicho, permítanme concluir que,
hasta donde percibo, me da mucho gusto que los derechos humanos se estudien, con
mayor énfasis, como garantías constitucionales. Sin embargo, también es
importante que en su momento, los derechos fundamentales se analicen con mayor
detenimiento desde el comportamiento social que les da origen y los construye.
Desde la ciudadanización del respeto y la convivencia de las
personas en un determinado tiempo y espacio social. Cuestión esta última que
solamente se logra, según mi parecer, atendiendo los procesos educativos de la
sociedad. Me permito recordar, incluso, que entre los artículos que integraron la
reforma constitucional de 2011, está el artículo 3º constitucional.
La educación es el medio principal
que permite formar ciudadanos con sentido crítico, “capaces de modificar la
realidad atroz que hoy vivimos, forjar una ciudadanía crítica y hacer posible
el Estado de derecho”. Idea reiterada por mi profesor Enrique Ruiz García, que
aquí retomo y a quien por cierto, le dedico unas líneas en este libro que hoy se
presenta.
Mi gratitud a todas las personas que
nos permitieron compartir la presentación del libro Ciudadanía y derechos humanos. Aristas indisociables. Al periódico Congresistas que me permitió escribir en
una columna que denominé, precisamente, Ciudadanía
y derechos humanos, así como a la Editorial
Vozabisal que con gran entusiasmo publicó este libro.
Gracias nuevamente al Dr. Vicente
Lopantzi, así como al Dr. Roberto Rodríguez, por acompañarme en esta
presentación. Gracias al Dr.
Enrique González Barrera, Rector de la Universidad Tepantlato, por proporcionarme
la oportunidad de participar, como ya dije, en este MES DE LA LITERATURA Y
OBRAS JURÍDICAS.
Genaro González Licea.
Caloclica, Ciudad de México
20 de octubre de 2020.