miércoles, 5 de julio de 2023

Palabras de Genaro González Licea a distinguidos egresados del Doctorado en Derecho Constitucional



Genaro González Licea 

fotografía sin datar 


La educación es, además de un derecho humano, un detonante fundamental para generar conciencias, formar personas con sentido crítico, tolerantes y respetuosas consigo mismas y con los demás.

La educación es un pivote que fortalece al ser, pues le da la posibilidad de contar con una mejor y más amplia visión de vida, así como de tener acceso a una diversidad de derechos, personales y sociales, con la fuerza y vitalidad del que sabe valorarse a sí mismo, al otro que es una parte suya, y a su entorno en el que habita.

         Educar, por su parte, es una tarea, además de noble y fraterna, profundamente ética. Educa no solo el docente, el profesor, sino todo aquel que tiene la oportunidad de enseñar o mostrar el camino a alguien, con la integridad, sinceridad y conocimiento que a su alcance tiene.

         Educar es modificar actitudes y comportamientos y, además, propiciar el florecimiento del ser de la persona, su libertad de pensamiento.

Educar y educación, por tanto, contienen, en sí mismas, una actitud profundamente ética. Con ellas se muestra a los demás, con sinceridad, honestidad y transparencia, el conocimiento que se tiene sobre un determinado tema, cuestión de vida o punto de derecho.

         Educa todo aquel que modifica, en lo individual, social o académico, el comportamiento de la persona que lo escucha, sin trastocar su derecho de libre pensamiento. En este sentido, es doblemente la responsabilidad ética y profesional la que asume un doctor en derecho, como lo son todos ustedes que el día de hoy recibirán su reconocimiento por haber concluido el Doctorado en Derecho Constitucional.

Agradezco al Doctor Enrique González Barrera, Rector de la Universidad Tepantlato, la honrosa invitación para dirigirme a todos ustedes en este acto tan importante para la educación, la sociedad, la Universidad Tepantlato y, por supuesto, para todos los alumnos que en ella concluyeron dicho doctorado.

         Estimada doctora y doctores, señoras y señores e invitados especiales. Distinguidos egresados del Doctorado en Derecho Constitucional.

         Hoy, efectivamente, nos reúne la entrega de dichos reconocimientos, tema extremadamente significativo y alentador por varias razones. Citaré algunas de ellas.

         En un proceso tan complejo en materia de salud, como la pandemia que vivimos, a nivel nacional e internacional, la Universidad Tepantlato no escatimó esfuerzos para continuar con sus planes y programas académicos.

         La cátedra virtual y el respeto a las disposiciones sanitarias se siguieron al pie de la letra y siguió adelante. Las circunstancias las asumió como un reto y oportunidad para reconocer su fuerza y capacidad de adaptación. Respondió a las nuevas exigencias académicas y pedagógicas.

         El resultado: se fortaleció como institución educativa, prueba de ello son, precisamente, los compañeros egresados que aquí nos reúnen. Felicidades señor Rector. Su firmeza en el timón nos llevó a todos a buen puerto.

         Otro motivo de júbilo en este acto, es, me parece, ya no solamente la fuerza de la universidad como institución educativa, que está fuera de toda duda, sino la mística que ella encierra. ¿Cómo se ha construido esta mística?

         Hace unos momentos hablé de la educación y el educador, retomo ahora una pregunta: ¿y quién educa al educador? Pregunta central cuya respuesta, estoy seguro, redondeará su sentido de pertenencia a esta su alma mater.

La Universidad Tepantlato se distingue por sus egresados y por apegarse al ideal que tiene toda institución educativa de unir la investigación y la docencia. Cuestión que ha logrado con creces. Sus planes de estudio se nutren con todos y cada uno de sus docentes, los cuales están vinculados con la técnica y doctrina jurisdiccional, con el estudio de la doctrina jurídica, nacional e internacional, y con los hechos jurídicos puestos a su consideración.

         Razón por la cual su calidad, pericia y conocimiento se actualiza día a día e incluso, es posible decir que las reformas normativas de hoy, son parte medular de sus criterios y resoluciones con las cuales respondieron a los justiciables. Sus docentes y conferencistas son de vanguardia y van adelante siempre. Egresados, felicidades nuevamente, su sentido de pertenencia a esta su universidad tiene un fuerte sustento.

         Agregaría dos cuestiones más. Esta universidad efectivamente les felicita por haber concluido su Doctorado en Derecho Constitucional, valora su esfuerzo y dedicación, sin embargo, también felicita a todos aquellos que les apoyaron y motivaron para no claudicar en el camino, a sus familiares, compañeros, hijos o hermanos. A todos ustedes también nuestro reconocimiento y felicitación.

         La segunda cuestión, y con ella concluyo, es decirles a todos y cada uno de los compañeros egresados del Doctorado de Derecho Constitucional, que, para su servidor, obtener un doctorado como grado académico, significa, entre otras cosas, asumir un gran compromiso personal y social y, al mismo tiempo, asumir una actitud de gran humildad interna.

         Ser doctor, para mí, es, sobre todas las cosas, ser y saber ser humilde. Soy de las personas que estiman que el conocimiento se construye sin soberbia ni egoísmos ni jerarquías. Cualquier reflexión, por muy pequeña que sea, respecto a un determinado objeto de estudio, hecho social o caso concreto que se esté analizando, constituye una enorme luz a nuestros ojos.

         Nunca pierdan su capacidad de asombro ni de escuchar y respetar al otro. Todos, siempre, tenemos algo de razón. Nunca pierdan la humildad de buscar, como si no supieran nada, el fondo de las cosas. La humildad, según mi parecer, es la madre del conocimiento, la prudencia, equidad y calidad humana del hombre sabio. “Solo sé que nada sé”, diría Sócrates, otros filósofos, entre ellos Nicolás de Cusa, le llamaron “la docta ignorancia”.

Estar consciente que el saber acumulado es siempre insuficiente para abordar la esencia de un hecho jurídico o un acontecimiento social, cuyo acto distintivo con respecto a otros, depende, en gran parte, del tiempo, modo y circunstancia de los hechos, es de suma importancia. Los hechos nos llevan al derecho y el derecho a una mejor impartición de justicia.

La humildad de saber que es insuficiente lo que se sabe para conocer lo conocido, es fundamental para no quedar atrapado en la arrogancia ciega del conocimiento. “Lo conocido, precisamente por ser conocido, no es reconocido”, lo dice Hegel, y lo dice bien, en su fenomenología del espíritu absoluto. Es bueno recordarlo. Más una persona con el grado de doctor, título con el cual inicia propiamente la carrera de un docente, de un investigador, de una persona letrada con un criterio propio. Y más todavía, ante una sociedad de la información, como ésta que vivimos, en la cual parecería que, mediante la inteligencia artificial o el Chart GPT, algoritmo creado por el conocimiento y creatividad del ser humano, ahora se pretende, a la inversa, que sea el ser humano el que piense y actúe como él, como máquina, con un conocimiento enciclopédico y estándar.

Maravillados unos, angustiados otros. Lo cierto es que el conocimiento, la reflexión y la voz propia, ahora más que nunca requieren su presencia mis distinguidos egresados del Doctorado en Derecho Constitucional.

 

Genaro González Licea

Caloclica, Ciudad de México, 4 julio de 2023.