viernes, 9 de septiembre de 2011

El espíritu empresarial y el dejar hacer dejar pasar*

Paso congruente al axioma de dejar hacer dejar pasar de la economía, es ahora el que se lleva a cabo en el ámbito político y social (una economía que se deja a la libre fuerza del mercado, debe tener correspondencia con un contexto político-social que le sustente); paso congruente, se puede mencionar también, al proceso de globalización que estamos viviendo, donde el espíritu del gran caudillo, del hombre fuerte, es el espíritu de las transnacionales, quinientas a nivel mundial y de éstas unas cuantas para América Latina. Las demás, efectivamente, son “changarros”, cosas, personas cuya función real dentro del proceso de reproducción capital financiero, especulativo, es el comer y defecar. Dicho sea de paso, en mi libro de aforismos, esta última idea la expresé así: “el hombre del siglo XXI, no será otra cosa sino un canal de alimentos. La cultura del copiar y pegar es lo que permite al ser humano aceptar como cierto y sin reflexión alguna que es un canal digestivo, un ser acrítico, una conexión donde pasa el infinito”.
Sin embargo, regreso al tema, recordemos que la historia es un devenir que genera y transforma; niega y afirma; la historia es un todo y no solamente una parte; empero, parecería que lo anterior ha sido olvidado por el espíritu empresarial transnacional, en razón de que, para éste, destruir un mundo, una visión de mundo, sea indiano, subdesarrollado o dependiente, es poca cosa, es parte de la historia misma. ¿De cuál historia? La del capitalismo en su máxima expresión especulativa, financiera.
¿Y cómo se manifiesta el espíritu empresarial transnacional? En lo institucional y político de toda formación económico social que penetre. Al respecto, cito aquí un artículo de José María Bulnes, cuyo titulo habla por sí mismo: “La definición empresarial del mundo indiano como desnuda naturaleza y su revestimiento institucional y político”, Revista Estudios Políticos, Número 12, UNAM; él dice que en ambos factores se manifiesta dicho espíritu, toda vez que constituyen el instrumento ideal que “al paso que enmascaran la crudeza de unas empresas que destruyen nuestro mundo al pretender construirlo desde una razón universal, logran de este modo una autonomía arbitraria y monstruosa que les permite desconocer largamente la base misma de un mundo social real, aceptable y posible, y llegar por ese camino a reproducir indefinidamente  cualquier extremo imaginable de perversión”.
En México, ambos factores se han hecho presentes. El comportamiento de la historia está en movimiento. Ahí están los compromisos de la globalización mexicana desde un punto maquilador y solamente maquilador; se han tirado como rieles desde hace veinte años aproximadamente, principios de la década de los ochentas. Las consecuencias, efectivamente, son el llevarnos al festín de la democracia, a una soberanía limitada, a un parlamentarismo, a un freno al presidencialismo, entre otras cosas.
Repito, el comportamiento de la historia está en movimiento. ¿Cuál será la reacción, los efectos, para el espíritu transnacional empresarial, para la visión unilateral del mundo?, cuál será para quienes, retomo nuevamente a José María Bulnes, “han dirigido la construcción de los rieles institucionales de su desenvolvimiento moderno, han actuado en ella  -aun sin saberlo-  como si se tratara de un planeta deshabitado y causalmente inundado de hombres-niños, balbucientes apenas, necesitados de todo y de la mano del amo, útiles en tanto dóciles para el trabajo y perdidos  -agitados aquí y allá por la conciencia justa de terribles agravios y por rebeldías también justas o que se han de reprimir como fiebres pasajeras o lamentables de niños”.

*González Licea, Genaro, Ensayo sobre la reestructuración del Estado mexicano, Amarillo editores, Derechos Reservados a favor del Autor, México, 2001.

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