viernes, 9 de septiembre de 2011

Herencias y enseñanzas del PRI*

Hay herencias y enseñanzas que el PRI nos deja. Una enseñanza es que este partido se acabó en la superficie, en el ejercicio de poder, en su soberbia; otra, es que el Revolucionario Institucional realmente inicia su ocaso desde el momento en que permite, con sus cuadros y sectores, la institucionalización de la revolución mexicana, y con ello, frena, limita y trunca su propio devenir, transformación y cambio como partido, la razón: sus acciones no permitieron generar nuevas acciones.
En cuanto a la herencia, me parece que ésta se puede ubicar en la declaración de principios y programa de acción de dicho partido, ideario que por cierto, parecería que hoy en día a nadie interesa. Los documentos de referencia constituyen un marco realmente revolucionario ante un contexto de globalización y de mayor dependencia económica, lo paradójico es que el mismo PRI, alejado de las “masas” y de su objetivo central (mantener el poder), no puede recuperarlos; es el precio de un partido que todo en él fue manejo de poder, confluencia de intereses, negociaciones de gobierno, llegando al extremo tal, que parecería que su transformación se dio de partido a asociación política.
¿Y quién retomará el contenido de los documentos anteriores? Una opción es que sea el mismo partido mediante un cambio de siglas y modificaciones sustanciales a sus principios, filosofía y programa de acción: luchar por una reconstrucción de Estado y no de gobierno; plantear la toma del poder con el apoyo militante de la sociedad civil y no el sostenimiento del poder por el poder mismo; luchar por una Constitución y Estado democráticos; por una economía nacional fuerte que permita la liberación económica del país. Otra opción puede ser que un nuevo partido político retome el contenido de los principios mencionados, los haga suyos en su esencia y contexto nacional e internacional. ¿Estaríamos hablando de un partido demócrata social? No lo sé de cierto, sin embargo, lo que sí considero es que se requiere un partido cerca de las “masas” y lejos de las disputas internas de poder; de un partido que luche por los intereses de clase de más de ochenta millones de mexicanos; de un partido con proyecto de Estado y de gobierno; de un partido tanto de contrapeso real de poder, como alejado de los aplausos y las caravanas, de la soberbia, la vanidad y el financiamiento público.

¿Llegaremos al extremo de que, en los procesos electorales, el partido del que hablamos, sin excluir a los demás, camine, caminen en un determinado sentido y la dinámica social en otro? ¿Llegaremos al extremo de que los partidos políticos sean una negociación en sí misma, en tanto que el peso real de la representación social y política esté fragmentada en cada una de las organizaciones no gubernamentales que representan sus intereses?
                                                                                                                                            
*González Licea, Genaro, Ensayo sobre la reestructuración del Estado mexicano, Amarillo editores, Derechos Reservados a favor del Autor, México, 2001.

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