lunes, 29 de agosto de 2011

El contrapeso de los grupos de presión*

Naturalmente, las asociaciones, grupos de presión e interés, no tienen un comportamiento homogéneo toda vez que éste depende del tipo de Estado, forma de actuar del gobierno y conciencia política de la sociedad donde se encuentran; sin embargo, en forma muy general lo que sí podemos decir es que son contrapesos, confrontan e influyen, vía la negociación, al poder público.
Un ejemplo de lo anterior es el siguiente. En México, si bien es cierto que la derecha, la iniciativa privada está en el poder, ello no quiere decir que los grupos de presión también lo estén toda vez que, en su gran mayoría, son privados. No, los grupos de presión son instancias sociales que van más allá de intereses económicos. Efectivamente, hay grupos de está índole que en estos momentos se encuentran demasiado favorecidos, toda vez que sus intereses económicos se identifican con los intereses del capital financiero internacional. El enorme riesgo es que su identidad con dicho capital carece de consenso. Estos grupos son muy pocos, empero, con ellos hay que negociar demasiado; están en el poder y desde el poder la transición que buscan es contar con un país maquilador, sin educación ni desarrollo tecnológico. Para ellos la transición de régimen y de Estado, se traduce no en una transformación cualitativa, sino en un “cambio” sustentado en una ilusión de ser otros; esperanza sin sustento, cáscara sobrepuesta, costa en la herida. Escúchese, buscan un cambio sin consensos.
Hay otros grupos cuyos intereses tienen sus raíz en tierra mexicana y, por lo mismo, están luchando por incorporarlos a las decisiones gubernamentales. Estos grupos de presión, interés o asociaciones son los que no reconocen del todo el liderazgo de los grupos que se identifican cien por ciento con los intereses externos, ni firmarán pactos donde saben que serán absorbidos económica y políticamente. Para ellos sus espacios reales de poder se encuentran amenazados, de ahí que manifiesten una postura a favor de la transición a una democracia real, a un verdadero Estado de derecho donde florezca una mejor condición de vida tanto en lo individual como en lo social, distribución de ingreso y desarrollo económico nacional. Estos grupos buscan la negociación, los consensos y compromisos propios de un pacto maduro, de un pacto de reconstrucción nacional. Por bien del país espero que cambie el discurso de polvorín y prepotencia, de entreguismo y labia, y se tome en serio las propuestas de los grupos de presión nacionales.
Ahora bien, es de mencionar que las instancias de poder que aquí abordamos adquieren gran relevancia a nivel conceptual y de práctica política, en un proceso de transición crucial en la historia universal como es el desarrollo de la segunda guerra mundial, ello, entre otras cosas, porque fueron parte de los intereses que se dieron cita en dicha guerra, así mismo, porque es a partir de dicha década cuando florecen los sistemas democráticos (contexto ideal para que los grupos de presión se configuren como el ideal instrumento de implementación del pensamiento liberal, ya que permiten la adaptación, acoplamiento y ensamble de intereses nacionales para la reproducción del capital y las condiciones sociales que esto implica). ¿Me doy a entender sobre el porqué busco el eslabón perdido?
Así las cosas, el tema de los grupos de presión (pressure groups, para ubicar el concepto en el idioma del país que los vio nacer y florecer: Estados Unidos de Norteamérica), es de suyo complejo, más aún si tenemos en cuenta que es hasta la segunda mitad del siglo XX cuando realmente se inicia su estudio. Al respecto, no es casual que Héctor González Uribe en su libro antes mencionado, nos diga que es hasta años recientes cuando “los sociólogos, los politólogos y juristas, tomando en cuenta la creciente importancia de los grupos de presión, han tratado de justificar su existencia y de encontrarles un lugar adecuado en el orden constitucional. Llegan incluso los autores a estimar que dichos grupos -y no los ciudadanos aislados- son los verdaderos sujetos de la acción política. Piensan, en todo caso, que los grupos han dado lugar a un pluralismo social y político que propicia un régimen mixto -individualista y social- en la vida democrática. En la práctica constitucional, no hay todavía uniformidad acerca del reconocimiento de esos intereses. En países como Estados Unidos se regula su actuación mediante leyes, como, por ejemplo, la Lobbying Act de 1946; en los países europeos, en cambio, se incorpora a esos grupos en órganos o comités consultivos de los poderes públicos o bien se les llega a dar una representación constitucional, al lado de la representación política por partidos. En países en los que el intervencionismo del Estado va avanzando, muchos de los grupos privados que ejercían una acción o representaban intereses al margen del poder público, son absorbidos y convertidos en organismos descentralizados del Estado".
Por lo anterior, considero que en una formación económica-social concreta, el Estado, por medio de las asociaciones y los grupos de presión fortalece su control político y fomenta la actividad democrática de la sociedad, con lo cual, al mismo tiempo que legitima el actuar de sí mismo y de los grandes intereses económicos que en él se condensan, cumple con su función de generar las condiciones necesarias para la obtención de la ganancia. Así las cosas, los grupos de interés y de presión constituyen un pilar fundamental para que el Estado dialogue con los grandes intereses económicamente dominantes, pero además, para que implemente sus proyectos nacionales, sin obstáculos y sin perder su autonomía relativa.

*González Licea, Genaro, Ensayo sobre la reestructuración del Estado mexicano, Amarillo editores, Derechos Reservados a favor del Autor, México, 2001.

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