lunes, 22 de agosto de 2011

¿Qué se requiere para reestructurar al Estado mexicano?*

Dadas las condiciones económicas y políticas de México, en estos momentos lo que se requiere para llevar a cabo modificaciones de fondo en la estructura del Estado es voluntad política y olvidarse de confrontaciones; se requiere una actitud perseverante, tolerante, prudente; un mando desterrado de prejuicios y firme en un punto al horizonte: lograr la cohesión de los diversos intereses sociales con el objeto de conformar y consolidar un nuevo pacto y proyecto nacional.
Por otra parte, es indispensable elaborar un plan de trabajo legislativo a nivel federal, estatal y municipal, lo cual implica trabajar sobre un nuevo federalismo y comportamiento de Estado; asimismo, es de capital importancia efectuar un estudio objetivo sobre nuestra formación económico-social, un estudio donde las estadísticas no sean un festín tecnocrático para alimentar el ego, sino un instrumento de apoyo que permita valorar la dinámica social, su comportamiento histórico, dialéctico, de transformación y cambio; la sociedad integrada por instancias de poder de clase, por su sentido y pertinencia de clase, pero sin perder su individualidad e identidad.
Un estudio así va más allá de mostrar los comportamientos populistas, progresistas o de derecha que presenta el Estado mexicano; comportamientos que realmente influyen muy poco en la esencia de reproducción de capital, quizá, solamente, proporcionan un determinado énfasis sobre el discurso gubernamental que acompaña la reproducción de la ganancia en una específica situación histórica. Esto último, lo podemos constatar mediante el arribo al poder en el año dos mil de un gobierno plenamente de derecha, la “derecha más pura que ha tenido la historia de México”, cuya particularidad es la incorporación al poder de un sector de capital nacional identificado plenamente con el capital especulativo en el marco internacional. De ahí las pugnas entre los mismos dueños de capital. Empero, recuérdese siempre, que su debilidad es su unilateral y ausencia de consensos, y a lo anterior le acompaña el hecho de que a la derecha mexicana le acompaña la demagogia, el clero y el convencimiento de que el pueblo de México, las personas indígenas, campesinas, obreras, me refiero a la gran mayoría de la población, es un conjunto de ánimas en pena, de seres incultos que requieren de la voz del padre para vivir y hacer, para poder ser. Equivocación de fondo, a menos que partamos del supuesto teórico y objetivo central de que, es a través de la elite del poder como se logra la grandeza de una nación.
Regreso al punto de la burguesía nacional, de aquélla que está por el desarrollo productivo nacional. Al respecto coincido con Jesús Reyes-Heroles G. G, en el sentido de que, efectivamente, es necesario recuperar al empresario nacional si realmente México desea crecer (Necesario, recuperar al empresariado nacional, El Universal, 4 de octubre de 2002); él nos dice que “como en todo país, en México el empresariado es un grupo heterogéneo. Unos están vinculados con firmas chicas y otros con grandes; co-existen empresarios nacionales y extranjeros, muchos de ellos insertados en el círculo de las multinacionales. Se entreveran empresarios jóvenes con otros de edad madura. En todo caso, la gran mayoría comparte un sentimiento de que su función es entendida por un porcentaje pequeño de los mexicanos, constituido básicamente por ellos mismos. De los reconocimientos que existen para empresarios que destacan, muchos son de ellos para ellos y pocas iniciativas del gobierno o de otros sectores de la sociedad. Para volver a crecer México necesita recuperar a su empresariado nacional. Pero esto no sucederá de manera espontánea. Se requiere que los mexicanos adquiramos conciencia de esta urgente tarea y actuemos en consecuencia. Hasta ahora es poco lo que el país está haciendo para recuperar y consolidar su empresariado. Es paradójico que el gobierno actual, que se autodefinió como de empresarios, por empresarios y para empresarios, no haya logrado articular un discurso convincente y una estrategia efectiva que aglutine a este sector a su alrededor.”
Efectivamente, no se ha logrado conformar un discurso convincente, sin embargo, sí una atmósfera propicia para la reproducción del capital especulativo, sin ética; es decir, del capital “parásito”, burocrático, portavoz de la economía oligárquica, sobre todo bancaria, a nivel internacional. El dominio de las corporaciones económicas internacionales imponiendo, desde el poder y en beneficio del poder, políticas de “financiamiento y desarrollo para Estados locales” que empobrecen cada vez más. Acuerdos de grupos de poder que como zopilotes en el desierto llevan a cabo la negociación de lo que les corresponde de la presa, de los fraudes, negocios y saqueos acordados. La falta de moral de las corporaciones capitalistas internacionales y los sectores económicos locales y de poder que las auspician. Obvio es decir, que el empresario más afín a este tipo de reproducción es el que, en estos momentos, mayor ganancia tiene. ¿Es difícil entender la importancia de propiciar una reproducción de capital donde esté presente en el bienestar de la sociedad, la búsqueda de minimizar la brecha desigual en la distribución del ingreso de la economía mexicana?

*González Licea, Genaro, Ensayo sobre la reestructuración del Estado mexicano, Amarillo editores, Derechos Reservados a favor del Autor, México, 2001.

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