jueves, 25 de agosto de 2011

Factor generacional y falta de credibilidad en las instituciones*

De 1910 a nuestros días, varios acontecimientos se han llevado a cabo en la sociedad mexicana, entre otros, la falta de credibilidad en las instituciones y el surgimiento, en la década de los noventa, de una generación cuya característica es el haber nacido con el mause en la mano. Esta generación, por obvias razones, ya no se identifica con aquella de jóvenes de los años sesenta, ni mucho menos con la generación que fue producto de la revolución mexicana de 1910 y menos aún con la que gestó dicha revolución.
Sin embargo, resaltaré aquí dos hechos históricos que, así lo considero, también se deben tener en cuenta al confluir en un diálogo nacional, en una visión y postura política tanto de clase como personal. Abro un paréntesis. Recuérdese que no siempre la primera está en la segunda. Los aparatos ideológicos de Estado hacen todo para que la visión de clase y la postura ideológica no se junten. En forma separada se ejerce mucho mejor el poder, el control del mismo, el accionar de políticas económicas y sociales del Estado en forma unilateral. ¿Qué mejor que contar con una sociedad o individuo, fracturado, roto; que piense hacer una cosa y haga otra?. Más todavía, contar con una sociedad a la cual se le diga cómo debe de pensar y actuar. Parecería que vivimos en una país acrítico, mudo, sin el imperio del derecho, además de humillado y ofendido. Qué lamentable. ¿Es difícil percatarnos de la madurez de la sociedad mexicana?, madurez que realmente nunca se ha perdido. Recuerdo las siguientes palabras de Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, de Miguel León-Portilla, Fondo de Cultura Económica: “Pero, aun cuando así fuera, si saliera verdad, que sólo se sufre, si así son las cosas en la tierra, ¡se ha de estar siempre con miedo?, ¿habrá que estar siempre temiendo?, ¿habrá que vivir siempre llorando? Porque se vive en la tierra, hay en ella señores, hay mando, hay nobleza, hay águilas y tigres. ¿Y quién anda diciendo siempre que así es en la tierra? ¿Quién trata de darse la muerte? ¡Hay afán, hay vida, hay lucha, hay trabajo!”.
Decía, entonces que hay dos hechos históricos que me parece necesario resaltar en este proceso de diálogo nacional, ellos son, en primer lugar, que pese a todo lo que ha sucedido en la política nacional el carácter democrático del Estado sigue vigente y, en segundo lugar, la existencia de una enorme debilidad: el país, conforme pasa el tiempo, es cada vez más dependiente en su desarrollo económico, en particular, de la economía norteamericana; cada vez dependemos más de una deuda externa, de compromisos y directrices externas, y, en contrapartida, seguimos aferrados al petróleo, como un niño impotente a la falda de su madre, como elemento salvador. La conclusión, para las grandes potencias, para Estados Unidos en especial, somos un gran país maquilador, un país pobre, sin educación y desarrollo tecnológico; empero, lo paradójico de la histórica, ha crecido una burguesía nacional y los compromisos contraídos con el exterior nos llevan más que a morir solos, a vivir con ellos. 

*González Licea, Genaro, Ensayo sobre la reestructuración del Estado mexicano, Amarillo editores, Derechos Reservados a favor del Autor, México, 2001.


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