lunes, 22 de agosto de 2011

Pobreza frena democracia, lo saben sectores económicos*

Integrarse a la economía norteamericana como país maquilador no significa, de ninguna manera, hacerlo desde un punto competitivo, destiérrese la idea, sino solamente ser más dependiente de las directrices económicas de ese país. “El país depende más, cada día, de la economía externa y no se genera un proceso que permita pasar del “ensamblaje” a una cierta autonomía científico-tecnológica. Los componentes de un automóvil son hoy más dependientes del conjunto transnacional (en un 97%) que en 1970”, Juan María Alponte, Segundo Informe: corrupción y “blindaje”, El Universal, 7 de septiembre de 2002.
Sin embargo, el Estado mexicano cuenta con una armazón material propia que no responde única y exclusivamente a las clases dominantes, sino a un conjunto de intereses de clase, por lo mismo, el sector de la economía nacional identificado con la reproducción especulativa y el poder, se encuentra lejos de constituir el total de la economía nacional. Existe un gran sector de la economía nacional que está por modificaciones en y para el país, por una transición integral de la sociedad: se tiene claro que, en tanto la sociedad mexicana se encuentre hundida en la pobreza, esta será el principal factor que impida realmente hacer florecer a la democracia, al desarrollo social y económico nacional.
Ciertamente, dentro de este proceso de cambio es inevitable que se haga presente un determinado predominio de interés de clase, en lo ideológico, económico, político y social.
Recalco lo anterior, porque es importante recordar que “la ideología dominante, en las formas de funcionamiento-inculcación que reviste en el interior y en el mismo seno del aparato del Estado, es el “cemento” indispensable para unificar al personal de los diversos aparatos estatales y hacerlos funcionar “al servicio” de la clases dominantes. De ello se traduce que toda crisis política (…) se articula necesariamente en una crisis ideológica que, en lo que concierne al Estado, se traduce en una crisis de legitimación”, véase: Nicos Poulantzas, “Las transformaciones actuales del Estado. La crisis Política y la crisis del Estado”, parte integrante de La crisis del Estado, edición que estuvo a su cargo. Dentro este marco de crisis y transformación, obvio es decirlo, es inexistente un marco teórico que permita, como fórmula matemática, implementar un proceso de transición. Empero, considero que la única posibilidad real de acierto, es analizar, en lo específico, la historicidad de nuestra formación social, lo cual encierra, los procesos dialécticos, las transformaciones cualitativas de nuestra democracia, instituciones y sistema jurídico nacional que permiten la cohesión y reproducción de una formación social y, finalmente, la innumerable relación de problemas acumulados que vivimos.
Dentro esta esfera de condensación de intereses de clase, de lucha y poder de clase, de poder político institucionalizado, está presente una crisis de Estado en forma permanente, una crisis de coyuntura, una condensación de crisis o una unidad de ruptura; cualquiera de ellas depende del momento histórico que se viva. En estos momentos lo que específicamente se vive es la ruptura, la incompatibilidad entre la estructura del Estado y la organización del mismo, el sentir nacional y comportamiento de la política, de la forma de hacer política, y el comportamiento de las instituciones del Estado, de la esfera de lo político.

*González Licea, Genaro, Ensayo sobre la reestructuración del Estado mexicano, Amarillo editores, Derechos Reservados a favor del Autor, México, 2001.

No hay comentarios:

Publicar un comentario